El Carnaval de Viana do Bolo, misterioso en origen y original en celebración

Viana do Bolo tiene el honor de acoger la celebración del “Entrudio”, término con el que tradicionalmente denominaban al Carnaval en este municipio orensano. Se trata de todo un mosaico viviente de tradiciones ancestrales, un caleidoscopio de figuras y rituales que se entrelazan en una danza temporal sin fin que transcurre en los fríos primeros meses de año.

El origen del Carnaval de Viana do Bolo es todo un misterio, una nebulosa donde se difuminan leyendas prerromanas que se entrelazan con la celebración nacida a principios del siglo XX. Se trata de un precioso legado transmitido a través de la oralidad, una historia envuelta en el velo de la escasez de documentos escritos que solo certifican su existencia desde el siglo pasado. Enraizado en la historia y la tradición, es uno de los más antiguos y representativos de Galicia. Bajo el amparo de una cultura ancestral, ha evolucionado conservando su esencia primordial, aunque sus orígenes siguen siendo un misterio.

El Carnaval de Viana do Bolo (1)
Fotografías del Periódico O Sil

Se cree que esta celebración tiene sus raíces en rituales agrícolas y ganaderos de tiempos prerromanos. No obstante, su configuración actual data de principios del siglo XX. Esta festividad ha sabido preservar su esencia a través de la transmisión oral de generación en generación, manteniendo vivas sus costumbres y figuras más icónicas.

El Carnaval vianés se destaca por su originalidad, convirtiéndose, sin duda, en uno de los más tradicionales y nombrados de Galicia. Cada año este festín tradicional presenta una rica amalgama de elementos emblemáticos como el folión o “fulión”, las guerras de harina y los personajes principales de su “Entroido” como son los “boteiros”. Las comparsas son otro elemento diferenciador en Viana do Bolo, que casi se había perdido, pero se están recuperando en el territorio, como la mula, los lardeiros y personajes exclusivos de aldeas concretas, entre ellos, la patumada de Fornelos de Filloás.

A pesar de los problemas de despoblación que sufre este pueblo, el futuro de esta celebración está garantizada por la implicación de los más pequeños. El presidente de la Asociación de Foliones Rurales Robreda, Jorge “Minas” Domínguez, asegura que “aquí tenemos la suerte de que, desde muy pequeños, los niños y niñas del colegio de Viana, en lugar de jugar a la pelota, tocan el folión. Eso es lo que nos diferencia. Los más jóvenes son los que impulsan el Entroido”.

Los preparativos para el Carnaval comienzan tras la Navidad. Durante este periodo, los habitantes de Viana do Bolo y localidades cercanas organizan el “folión”, un desfile callejero con bombos y azadas que recorre las calles de los pueblos, cada uno con su ritmo característico.

El Carnaval de Viana do Bolo se despliega en una secuencia de días que trasmiten el fulgor de la festividad. Los tambores y las azadas marcan el ritmo en los días más álgidos, transformando la villa en un escenario donde la tradición se funde con la celebración. Los días grandes se acercan tras los ya celebrados jueves de Compadres y Comadres, y las noches del viernes y sábado de Carnaval despiertan el apogeo del evento.

La Plaza Mayor, custodiada por el “Lardeiro” y la “Lardeira” que penden en espera, se convierte en el epicentro de una intensa celebración. Los foliones provenientes de pueblos vecinos se mezclan entre cientos de disfraces, dando inicio a una gran guerra de harina.

Además, desde 1970, la “Festa da Androlla” se alza como un punto culminante durante esta explosión de cultura y tradición. Una fiesta gastronómica que hace que más de 3.000 personas se congreguen para deleitarse con la androlla, un embutido típico elaborado con costilla de cerdo adobada y embutida en tripa, que posteriormente se somete a un proceso de ahumado y curación; convirtiéndose en el manjar principal.

El “Entrudio” de Viana do Bolo es una travesía en el tiempo que une el pasado y el presente en una danza festiva que revive cada año, manteniendo viva la esencia de una tradición centenaria. Una esencia que transmite al completo la vecindad. Raquel Alonso, de la parroquia de San Mamede, asegura que “es una fiesta ancestral que se siente muy dentro. Una fecha en la que todo el pueblo se une para cuidar las viejas costumbres y mantener viva la esencia de nuestro Carnaval”.

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